Los orígenes de la vestimenta

Introducción.

La primera cuestión que debemos plantearnos, si deseamos entender los orígenes de la vestimenta, es nuestra condición, en palabras del zoólogo Desmond Morris, de Monos Desnudos. En realidad nos atreveríamos a calificar nuestra especie, justo al contrario, como el Primate Vestido ya que somos el único animal que superando la desnudez genética ha creado una especie de pelaje cultural de profundas implicaciones sociales y comunicativas como se verá más adelante.
Como veremos, más allá de la supuesta necesidad de abrigo, el vestido parece estar asociado a aspectos más bien sociales que climáticos. Efectivamente, en climas más rigurosos tuvo una finalidad defensiva contra el frío y, mucho más adelante, un papel mucho más complejo en la simbología social de las sociedades humanas generadas tras la aparición de la agricultura.

Finalmente, dentro de este capítulo introductorio hablaremos de las relaciones entre el vestido y el comportamiento animal. Cómo hemos adoptado de forma cultural los usos del pelaje que en los animales les vienen dados por la genética, a saber, camuflaje, rituales de apareamiento, falsas identidades, dimorfismo sexual etc.



El mono desnudo.
“Recreación del rostro del homo erectus”

Según Desmond Morris el mejor punto para analizar una especie es aquello que las diferencia de las que le son genéticamente más cercanas. La primera característica sería la diferencia en la locomoción que ha condicionado un cuerpo radicalmente diferente. La segunda es la piel lampiña. Sólo mantenemos el pelaje en matas de pelo que crecen en zonas determinadas del cuerpo con ligeras diferencias entre machos y hembras. 

Las teorías de la evolución explican que las diferencias entre especies son debidas a las ventajas que un momento determinado se produjo una mutación genética en un individuo específico. Esta ventaja, transmitida a sus descendientes permite la proliferación de la misma al ser más adecuada para la supervivencia. ¿Si es así qué ventajas pudieron llevar a la pérdida del pelaje común en las especies genéticamente emparentadas con los humanos?
Parece probado que un cambio climático drástico provocó la vida de los antepasados humanos en la sabana, desprotegidos del primitivo ecosistema boscoso. El nuevo entorno provocó un cambio cultural drástico que tuvo su reflejo en el perfeccionamiento de las herramientas, una vida social más compleja y el desarrollo consecuente de la inteligencia. Efectivamente tuvo que adaptarse de una vida recolectora a hábitos de cazador depredador y suplir las armas naturales con la adopción de armas culturales tal y como parece que ocurrió con el vestido. Por otro lado el cuerpo fue progresivamente adoptando la posición bípeda que caracteriza nuestra especie y sufrió un proceso llamado neotenia. La neotenia* es un proceso por el cual ciertos rasgos infantiles o juveniles se conservan durante toda la vida y se manifestó en el crecimiento cerebral durante años, en la posición de la cabeza en ángulo recto respecto a la columna para facilitar la locomoción bípeda y en la progresiva ausencia de pelaje.


 “Recreación del posible rostro del Neandertal”

A la pregunta de por qué los seres humanos han perdido el pelo tenemos varías respuestas:
  1. Por el proceso de neotenia.
  2. Para evitar la infección por parásitos en los cubiles.
  3. Para mayor limpieza de la piel.
  4. Por el progresivo uso del fuego.
  5. Por su vida junto al mar.
  6. Por cuestiones sociales.
  7. Para protegerse del calor en momentos de casa, ayudado del sudor y de una capa interior de grasa.


         
 Grupo de Neandertales hace 60.000 años.”

El origen del vestido.

Somos una especie intensamente sexual pero tendemos a formar parejas y vivimos en sociedades de muchos individuos. Esto ha ocurrido evolutivamente en muy poco tiempo. La convivencia así genera tensiones ya que nuestra posición bípeda muestra nuestros genitales y su grado de excitación con bastante claridad en el caso del macho. ¿Cómo se puede evitar?
La ropa, surge así como control, barrera y restricción de los impulsos sexuales. Ocultar las señales sexuales al transitar en público permite una convivencia social sin tensiones. Aún, hoy en día, la ropa es la barrera mediante la cual podemos convivir apretados en un vagón de metro. En el pensamiento mítico este hecho viene descrito, simbólicamente por la hoja de Parra con que se representan Adán y Eva. Incluso en una playa sigue existiendo ese límite ante la desnudez que permite la interacción social.

 “Neandertal preparando la piel para ser convertida en una prenda”

Frente a la opinión común no parece ser tanto el frío como las necesidades de una sociedad compleja los que llevaron al uso de la ropa entre los antecesores del Homo Sapiens.



 “Homo erectus cubierto por la piel de un animal”

La ropa en la prehistoria debió tener la misma importancia que las herramientas que nos ayudaron a sobrevivir, ya que las prendas que cubrían nuestros cuerpos desnudos también nos protegían. Éstas primeramente tendrían un papel básicamente práctico para luego tener un papel más decorativo e informativo de la persona, marcando su estatus social y de la imagen que deseara transmitir.


 “Neandertal con vestimenta más elaborada”


Antropología del vestido.

El vestido ha asumido así desde sus orígenes un papel crucial en las relaciones humanas. Cada cultura, tiene sus propias regulaciones morales sobre el uso del vestido. Así se considera que se debe ocultar o mostrar unas u otras partes del cuerpo. En las sociedades occidentales es cada vez más común mostrar los pechos femeninos en ámbitos determinados, como es la playa. Esta tolerancia implícita en zonas acotadas sería completamente impropia en ámbitos urbanos. Determinadas tribus africanas, la cultura Himba en concreto, no tiene ningún problema en que las mujeres se muestren en público con los pechos desnudos, en cambio su tabú extremo es la muestra de los genitales y el trasero. En cambio en Brasil ocurre lo contrario. Los glúteos son exhibidos en las playas sin pudor pero mostrar los pechos desnudos está expresamente prohibidos. El tabú llevado a su extremo es la vestimenta de la mujer en Afganistan y la prohibición expresa de mostrar el cuerpo dejando sólo prácticamente a la vista las manos.


 “Retrato de una mujer perteneciente a una tribus del Amazonas”

No menos importante es el papel que juega el vestido en los rituales de todo tipo de las sociedades humanas. Es el vestido el que nos prepara y coordina para la realización de ceremonias de todo tipo importantes en nuestra vida como seres sociales. Podemos hablar así de un cambio de pelaje que nos prepara física y mentalmente para un bautizo, para una boda o para una entrevista. Como ejemplo podemos citar una investigación en la cual se demostró que la corbata aumentaba claramente las posibilidades de obtener un trabajo tras una entrevista de trabajo. La prenda así confiere una formalidad al que la viste que permite adaptarse a diferentes necesidades según el contexto y la formalidad requeridas.

La vestimenta como forma cultural de plumaje o pelaje.

o   El pelaje o plumaje de seducción: plumaje nupcial
Las aves adoptan en muchas ocasiones plumajes especialmente coloridos con el fin de atraer al sexo contrario. El plumaje juega un papel muy importante en la reproducción de las aves, por lo que muchas especies varían su plumaje según sea época de cría o no. El plumaje nupcial es llamativo y colorido y lo consiguen las aves (en la mayor parte de los casos machos) por medio de una muda primaveral (otoñal en los patos) o por abrasión.

“Plumaje de un pavo real”

o   El dimorfismo sexual

En las especies animales se manifiestan, en muchas ocasiones, las diferencias sexuales por medio de los atributos diferenciales entre macho y hembra. No hay más que mirar las diferencias entre leones y leonas para distinguirlos. En los seres humanos este dimorfismo se manifiesta no sólo en el cuerpo sino además en la ropa. La ropa femenina en la sociedad occidental es más colorida, compleja y rica en texturas que la masculina. Los hombres se someten, por lo general, a una vestimenta más limitada, con colores más sobrios y sujeta a más tabús. En un mundo donde la mujer reclama su espacio de igualdad la ropa masculina puede ser parte de su vestuario, no siendo así la femenina para el hombre.  Paradójicamente en los animales suele ser el macho el que manifiesta unos atributos espectaculares frente a la parquedad en formas y colores que suele darse en las hembras.


 “Chica representativa de la variedad con la que cuentan las mujeres en moda”

o   El pelaje de camuflaje
El ser parte de un grupo, el no destacarse como diferente, forma parte de nuestras necesidades como animal social. Así el camuflaje puede aparecer de diferentes formas.

El vestido y el pelaje como forma de comunicación no verbal.

El vestido es un tipo de comunicación no verbal.  La vestimenta se puede considerar como una extensión cultural del lenguaje no verbal que tienen los animales. La comunicación no verbal sirve para: control del comportamiento de los demás, reconocimiento del individuo y su clase, de su estatus social, la petición de alimento, capacidad de mandato, para amenazar, para manifestar sumisión, sexualidad, etc.  Se trataría pues de mostrar el estado afectivo, la identidad y su relación con los demás. El pelo blanco de los gorilas dorsicanos muestra su estatus de macho veterano en la manada. Un ejecutivo vestido con traje impoluto de corte inglés mostraría de forma no verbal su capacidad económica y su posición social.


“Imagen de Indio Cherokee con plumas inspiradas en plumaje animal”

CONCLUSIÓN.

La pérdida de pelo en los antecesores de los humanos, es aquello que ha propiciado la utilización de la vestimenta. Los cambios climáticos, así como, la necesidad de adaptarse al medio y a sus circunstancias sociales, llevaron al hombre a utilizar conscientemente la indumentaria.
Lo que en sus orígenes fueron pieles de animal para cubrirse acabó evolucionando en el vestido que hoy conocemos. Las diferentes culturas del mundo imponen sus reglas morales en la utilización de la vestimenta e incluso dictan cómo debemos relacionarnos unos con otros. Por eso, encontramos gran diversidad entre los miembros de distintas culturas. A pesar de todo, la sensualidad en la vestimenta sigue siendo un elemento básico en las interrelaciones humanas.
Una de las características que más nos diferencian de los animales es nuestra capacidad de adaptar nuestro ‘pelaje’ a nuestra conveniencia. Por ejemplo, lo utilizamos para atraer, para confundir, para aparentar fuerza o personalidad o indicar nuestro sexo. Los humanos nos hemos servido de los plumajes y pelajes de los animales para adaptarlos a nuestra propia condición y expresar características como el estatus social. En definitiva, vestimenta como forma de comunicación no verbal. 



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